Así era la primera impresora de la historia, ¡pesaba 2 toneladas!

Todos hemos utilizado una impresora alguna vez. La mayoría de hogares de España tienen una en su casa, pero… ¿sabías cómo era la primera impresora de la historia?, porque no es nada parecida a las que conoces.

Solamente su peso era ya de más de 2.000 kilogramos, cuando actualmente las encontramos por menos de 10 kg e incluso tenemos impresoras 3D. Además de la velocidad de impresión de estas, las cuales eran ridículamente bajas. Vamos a conocerlas mejor.

Así eran las impresoras del siglo pasado

¿Podrías estimar cuándo se fabricó la primera impresora?, ¿acertarías?. Pues te tengo que decir que data del 1940, en plena revolución industrial. Su creador fue el ingeniero británico Charles Babbage. Al que tenemos que estar muy agradecidos, ya que su contribución e investigación nos trajo uno de los equipos informáticos más usados y conocidos del momento. Sin él, esto no sería posible. O su avance hubiera sido mucho más lento.

Aunque, como es lógico, su velocidad era tan lenta que a día de hoy te desesperarías, sobre todo si quisieras imprimir varias hojas. Eso sí, en la teoría, ya que nunca pudo construirla. Solamente un grupo de ingenieros, 50 años más tarde, se atrevió a hacerlo, con más de 2.000 piezas y que podemos ver exhibida en el Museo de Ciencia de Londres.

Aunque si nos remontamos a 1855, David Edward Hughes inventó un tipo de telégrafo capaz de transmitir los datos mediante un código perforado, lo que podía considerarse como el prototipo de la posterior impresora, aunque su funcionamiento no fuese el mismo.

Tendríamos que ir hasta el año 1953 para encontrarnos una evolución importante en ella, con la salida de la UNIVAC High Speed Printer, una impresora categorizada como de alta velocidad, que conseguía alcanzar las 600 líneas por minuto, algo relativamente bajo a día de hoy, pero que en su momento era un gran avance y al menos no desesperaba hacer una copia.

Esta impresora habría sido desarrollada por Remington, y si queríamos que funcionase se necesitaba:

• La fuente de alimentación.
• Lector de tinta.
• Dispositivo de control.
• Máquina impresora.

A partir de ese momento se comenzaron a fabricar impresoras mucho más modernas, mejorando desde su rapidez a su tamaño y peso, incluso alguna denominada «mini», como la EP-101 en 1968, ofreciendo una movilidad mucho mayor a las anteriores.

A día de hoy podemos encontrar estos equipos con tamaños absurdos, incluso algunas portátiles que podemos poner en la palma de la mano funcionando con batería, hasta otras más modernas y grandes que tienen velocidades de 100 ppm e incluso algunas funcionando sin tinta. Una auténtica barbaridad si la comparamos con esa primera, la cual sin una máquina sería imposible de transportar o levantar, ni entre varias personas podían con ella. Además de su precio, solo accesible a grandes empresas. Una persona normal no podía comprarla.

Y tú, ¿te imaginabas que era así?, obviamente no fotocopiaba en color ni era nada parecido a lo que hoy imaginamos, pero cumplía su propósito. Y para la época fue una auténtica locura. A día de hoy tenemos tanta tecnología que nos facilita la vida que no podemos ponernos en la piel de aquel momento. Esos inventos sí que eran algo por lo que celebrar, ahora con una nueva versión de un iPhone ya estamos contentos.

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