
El hardware diseñado para consolas portátiles cuenta con una serie de especificaciones centradas en ofrecer un alto nivel de rendimiento para mover juegos limitando las necesidades de consumir demasiada energía. Las APU de AMD han logrado conseguir bastante fama en este campo, mientras que algunas consolas con procesadores de Intel no han triunfado demasiado.
Uno de los aspectos principales que encontramos en el gaming está en la necesidad de mantener una tasa de frames estable para poder disfrutar de un título, pero además de esto también está presente la necesidad de acercarse lo máximo posible a los 60 FPS o tratar de ofrecer incluso más. El principal motivo de esto tiene que ver con la fluidez que presenta la imagen representada en una consola, es posible jugar a 30 FPS pero los juegos modernos no están diseñados para ello por lo que a muchas personas les puede parecer que va más lento de lo que debería. En el hardware de menor rendimiento tener un rendimiento superior aunque solo sean tres o cuatro cuadros adicionales puede suponer una gran diferencia.
Por este motivo hay quienes buscan exprimir al máximo los componentes de un ordenador o una consola portátil para obtener el mayor rendimiento posible, y en el caso de la MSI Claw existe una diferencia realmente grande al incorporar dos procesadores distintos. Esta se lanzó originalmente al mercado con un procesador Intel Core Ultra 7 155H, mientras que la nueva versión incluye un Intel Core Ultra 7 258V, pero con la llegada de los Ryzen Z2 Extreme la compañía decidió optar por incluir otra versión con esta APU, y es una decisión completamente acertada.
Dos versiones, una misma consola y grandes cambios de rendimiento
Para comprobar el rendimiento que tiene un dispositivo de juegos frente a otro no existe una mejor manera de lograrlo que poniendo ambos a prueba frente a diversos títulos y configuraciones. De esta forma los usuarios pueden conocer fácilmente cuál de los modelos que compiten es el mejor, ya que si uno ofrece una tasa de FPS superior en todas las ocasiones, sabemos que tiene mayor potencia. En el caso de la MSI Claw encontramos que ambas versiones cuentan con un hardware de última generación, pero la diferencia que hay entre Intel y AMD en el sector de los videojuegos resulta bastante grande.
Un vídeo publicado en BiliBili demuestra cómo el modelo que incorpora un Intel Core Ultra 7 258V (8 P-Cores, 4 E-Cores, 4 LPE-Cores) tiene un rendimiento general más bajo que el modelo de AMD (8 P-Cores, 16 hilos) configurado tanto a 30W como a 17W. En el caso de la configuración que más energía gasta vemos cómo el Core Ultra consigue una media de FPS mayor en títulos como Cyberpunk 2077, HITMMAN 3 o Shadow of the Tomb Raider, pero la diferencia es de tan solo 2-3 FPS. Mientras que en los títulos en los que gana el modelo de AMD la diferencia es más amplia, en Monster Hunter Wilds, AC Shadows y Far Cry 6 tiene entre 3 y 10 FPS más de media.
Pero lo más importante está en cómo funcionan estos procesadores cuando están limitados en términos de energía, en una configuración de 17W es donde podemos ver la verdadera diferencia. En la configuración de 17W, el procesador de Intel no consiguió superar al de AMD en los títulos evaluados. La diferencia más ajustada se observó en HITMAN 3, donde la ventaja de Intel fue de 0,1 FPS, un valor que se encuentra dentro del margen de error técnico de este tipo de mediciones. En el resto de los juegos vemos cómo el modelo Ryzen Z2 Extreme tiene entre 1 y 7 FPS de media en todos los casos.
Los resultados sugieren que la arquitectura de AMD, con sus 8 núcleos de alto rendimiento, mantiene una mayor eficiencia energética y una relación rendimiento por vatio superior en el modo de consumo restringido a 17W, según los datos recopilados.
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