Prácticamente desde las consolas que conocemos como la «primera generación», existe la llamada guerra de las consolas entre los principales fabricantes, que muchas veces a golpe de talonario y con los exclusivos bajo el brazo tratan de atraer a los usuarios para que compren su consola y no la de la competencia. Pero, ¿y si en la próxima generación esto se acabara?
Creo que a todos nos parece una desgracia que la guerra de las consolas exista, porque básicamente a nosotros, los usuarios, solo sirve para limitar a qué podemos jugar. Con todo el tema de los juegos exclusivos, significa que muchas veces nos quedamos sin poder jugar a un juego porque no tenemos la consola para la que ha sido lanzado, y esto no solo nos perjudica a nosotros como usuarios, sino también al desarrollador del juego, que vende obviamente menos unidades (aunque es de suponer que estos ingresos que no obtienen de las ventas los obtendrán a base de maletines llenos de fajos de billetes por vender la exclusividad, claro).
¿Por qué existe la guerra de las consolas?
Los que ya tenemos unos cuantos inviernos en nuestro haber recordamos muy fácilmente la «enemistad» entre las principales compañías de videojuegos. Vamos a omitir a algunos grandes de la industria como SEGA, que llegó a competir en su momento pero que quedaron casi en el olvido, y a Nintendo, que siembre han preferido ir a su bola y desmarcarse de los demás. Vamos a pensar en los dos principales contendientes de la industria, que son los que sostienen esta guerra de consolas desde hace ya varios lustros: Sony y Microsoft.
Y es que, es cierto que la PS1 de Sony prácticamente no tuvo competencia, pero cuando lanzaron la PS2 en el año 2000, Microsoft respondió con su primera Xbox al año siguiente. Luego fue Microsoft quien se adelantó lanzando en 2006 la Xbox 360, una consola que revolucionó bastante las cosas pero que fue contrarrestada por la PS3 de Sony al año siguiente. Llegados al año 2013, tanto Sony como Microsoft lanzaron casi a la vez sus contendientes en la guerra, la PS4 y la Xbox One, y lo mismo pasó en 2020 con las consolas actuales, la Xbox Series X|S y la PS5.
Pero no os equivoquéis, la guerra de las consolas no se limita solo a los juegos exclusivos que salen para ellas con el pretexto de que te compres su hardware. No. La guerra de las consolas va mucho más allá y todo tiene que ver con el dinero, pero no con el dinero que ganan sino con el que tienen. Y es que aunque obviamente Sony es una empresa billonaria, Microsoft lo es todavía más… tanto que tienen presupuesto suficiente como para «jugar» con su división Xbox, comandada por Phil Spencer.
Vamos a poner las cosas en perspectiva. Sony es una compañía japonesa, y los japoneses generalmente solo piensan en su propio país a la hora de diseñar dispositivos. Por su parte, Microsoft es una compañía con tanto dinero que se pueden permitir el lujo de invertir miles de millones en una división de consolas que, en realidad, prácticamente no les reporta beneficios, pero como no les hacía gracia que Sony se llevara el gato al agua, pues ahí están manteniéndola al pie del cañón y creando esta pequeña guerra de consolas, ya que es precisamente «gracias» a esto que Sony decidió enfocar los esfuerzos de su división PlayStation al panorama internacional.
Así las cosas, la guerra de consolas es buena en cierta medida, al menos desde esta perspectiva, ya que gracias al «capricho» de Microsoft, Sony ha tenido que estar constantemente poniéndose las pilas para ofrecer productos buenos y competitivos.
¿Y qué pasaría si no existiera esta guerra?
Imaginémonos por un momento que no existiera esta competencia entre Sony y Microsoft. Aquí tenemos dos posibilidades, tal y como están las cosas ahora mismo: que uno de los dos contendientes decidiera abandonar, o que llegaran por fin a un acuerdo y que desaparecieran las exclusividades.
Este segundo escenario consideramos que es el menos probable, pero sería el mejor para todos los usuarios porque daría igual qué consola compráramos, tendríamos todos los juegos disponibles y solo tendríamos que elegir la consola que más nos gustara por estética, por precio o por potencia, ya que obviamente tienen sus diferencias a nivel de hardware.
El otro escenario, en el que uno de los dos decide abandonar el mercado de las consolas, sería lo peor que nos podría pasar por el simple hecho de que la compañía vencedora se quedaría prácticamente en monopolio, pudiendo hacer literalmente lo que quisiera. Esto implicaría muy probablemente una enorme subida de precio en su hardware para poder obtener más beneficios (recordemos que la competencia entre compañías casi siempre es buena para los usuarios porque se ven obligados a relajar los precios para ser más competitivos), y aunque lógicamente también se terminarían las exclusividades, pasaría lo mismo con el precio de los juegos.
En definitiva, que exista una guerra de las consolas es indirectamente bueno para los usuarios, a pesar de que como ya hemos mencionado el tema de las exclusividades es, desde la perspectiva del usuario, algo contraproducente.
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