Seguro que cuando te vas a comprar un monitor, hay un conjunto de parámetros en los que te fijas. Uno es la frecuencia de refresco del monitor, que será acorde con la cantidad de FPS de tu tarjeta gráfica. Pero estas cometiendo un error en este sentido y sería comprar un monitor de 120 Hz para tu tarjeta gráfica que genera 150 FPS y el motivo, te sorprenderá.
La frecuencia de refresco es la cantidad de imágenes que se muestran en pantalla en un segundo. Si hablamos de 60 Hz, estamos hablando que se mostrarán 60 imagenes por segundo. Cuanto mayor es el número de imagenes por segundo, mejor es la fluidez de la imagen y se evitan así parpadeos, rasgados y otros problemas en la imagen.
Por otro lado, los FPS no es más que la cantidad de frames (imagenes) por segundo que puede generar la tarjeta gráfica. Como puedes observar, hay una correlación entre ambos elementos. Hay un error bastante común y es adquirir un monitor cuya frecuencia de refresco se acerca a la tasa de FPS máxima.
El gran error que comete todo el mundo
Habitualmente, si tenemos una tarjeta gráfica que llega a una tasa de 150 FPS, compraremos un monitor de 120 Hz o 144 Hz. Esto puede tener lógica, pero en realidad estas cometiendo un gran error.
Realmente, si tu tarjeta gráfica genera 150 FPS, deberías adquirir un monitor con una tasa de refresco de 60 Hz o 75 Hz. Seguramente, en este punto pienses que me he vuelto loco, pero tiene una explicación.
Tenemos que entender que la frecuencia de actualización de la pantalla fluctúa de manera notable. Tenemos en la salida de la pantalla un total de 60 fotogramas. La cuestión es que debido a los recursos y el propio panel se puede dar una situación que no se suele conocer.
Se puede dar una renderización primero de 40 fotogramas y en una segunda tanda de 20 fotogramas, aunque tengamos 60 fotogramas. Hablamos en todo momento dentro de 1 segundo. Tenemos una brecha en la imagen, que no suele ser perceptible.
Esto supone que, en la primera mitad del segundo, la velocidad de renderizado por la tarjeta gráfica es más alta que la frecuencia de actualización del monitor. Se muestra en pantalla fila por fila.
Así, cuando el monitor no ha terminado de mostrar el segundo frame, la tarjeta gráfica ya ha renderizado el tercero. Cuando el monitor empieza a mostrar el tercer frame, el segundo aún está en pantalla en ese momento. Supone que hay un desgarro de la imagen en pantalla, que puede ser más o menos perceptible.
Tenemos, por contra, que en la segunda mitad de segundo la frecuencia de refresco del monitor es más alta que la cantidad de frames de la tarjeta gráfica. Supone que cuando el monitor muestra el primer frame, la gráfica no ha renderizado el siguiente. Obliga al monitor a esperar a que se muestre el siguiente frame. Hace que tengamos una congelación de la imagen (que será más o menos perceptible)
Debemos tenerlo en cuenta antes de comprar una gráfica
Supone esto que si tenemos una tarjeta gráfica que genera 140-150 FPS, sería un error comprar un monitor de 120 Hz. Lo ideal sería adquirir un monitor de 60-75 Hz o bien, una tarjeta gráfica que genere 200 FPS.
Obviamente, actualmente es más sencillo y económico adquirir un monitor más «limitado» que una tarjeta gráfica más potente. Adquirir un monitor de 75 Hz es más económico que uno de 120 Hz. Pero, para tener 200 FPS, igual debemos agregar 200-300 euros a nuestro presupuesto y puede ser inviable.
Una cosa debemos tener en cuenta, la situación que indicamos no es lo normal. Habitualmente los juegos están trabajados y optimizados (al menos en principio) para que esto no suceda. Pero se puede dar, sobre todo en zonas de grandes texturas.
También debemos tener en cuenta que existe un retraso en la sincronización. Como pasa en todos los casos, hay una latencia entre la tarjeta gráfica y monitor, así como sucede con procesador y RAM, y con cualquier componente.
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