En el mercado de componentes de segunda mano pueden encontrar de todo y no solo piezas provenientes de los ordenadores que la gente tiene en casa, sino también y de tanto en cuando puedes encontrar una tarjeta gráfica profesional. Pero, ¿merecen la pena para jugar? Veámoslo.
Es difícil que te encuentres con una tarjeta gráfica profesional en tus manos, más que nada por el hecho que no se venden en las tiendas. Los fabricantes las venden en circuitos ajenos a los de las tiendas y normalmente en grandes volúmenes para empresas clave del sector de la imagen, la edición de vídeo y últimamente de inteligencia artificial. Su alto precio no solo es en cuanto a hardware, sino de soporte a través de utilidades y drivers más personalizados.
¿Cómo reconozco una tarjeta gráfica profesional?
A simple vista, una tarjeta gráfica profesional no se diferencia en nada a una para gaming, muchas de ellas incluso usan los mismos chips y memorias de vídeo y fuera de la estética externa que tienen diferencias palpables. Sin embargo, dicha separación es más bien por motivos históricos, ya que mucho antes de que aparecieran los primeros modelos que mostraban gráficos en 3D a tiempo real en la pantalla de nuestros ordenadores, estas se usaban en el llamado diseño asistido por ordenador y para manufacturación. Es decir, el llamado CAD/CAM. Por lo que a medida que las tarjetas domésticas fueron ganando en capacidad, sus chips gráficos o GPU fueron añadiendo más capacidades.
Es decir, podemos usar una tarjeta gráfica convencional para su uso profesional y hacer que deje de ser un componente de ocio y consumo para así pasar a ser un medio de producción. Entonces, ¿por qué existen las tarjetas gráficas profesionales y que sentido puede tener el comprar una a día de hoy? Bueno, la primera es que pueden usarse para jugar, al fin y el cabo son lo son.
Puntos que las diferencias de las convencionales
No obstante, parten de una serie de diferencias clave entre ambos tipos de tarjeta gráfica que suelen pasar desapercibidos.
- Pese a usar la misma GPU, tienen un ID de dispositivo distinto y, por tanto, los drivers de una para juegos no funcionan en una profesional y viceversa. El controlador está enfocado de cara al uso en sus respectivos mercados. Así pues, uno tendrá optimizaciones para juegos y otro para aplicaciones como Blender o 3D Studio. Por no hablar de ciertas funciones pensadas para los juegos que solo se activarán si tenemos una tarjeta gráfica para juegos y viceversa.
- La GPU de las tarjetas gráficas profesionales suelen soportar virtualización, lo que supone que en vez de controlar una sola lista de pantalla pueden repartir los recursos entre varias. Esto va muy bien de cara a la computación en la nube para cuando un servidor tiene más clientes que tarjetas gráficas.
- El controlador de pantalla de la GPU es distinto, al jugar se le da más importancia a la velocidad de frames en el juego, en cambio, en una tarjeta gráfica profesional se le da mucha importancia a la representación de los colores.
- Muchos modelos usan una configuración de concha de mar, la cual consiste en poner dos chips de memoria compartiendo el mismo bus. Lo que permite hacer esto es tener el doble de memoria sin tener un bus el doble de ancho y no encarecer la GPU.
- Suelen tener la capacidad de comunicarse entre sí, capacidad que las de gaming han perdido con el tiempo.
- En último lugar, la calidad de los componentes de la placa base más allá de la VRAM y la GPU es mucho más alta, lo que lo justifica el precio por encima de la media cuando se venden por primera vez.
¿Merecen la pena de cara a jugar con una tarjeta gráfica profesional?
Uno puede pensar que el hecho de ser profesionales las convierte en mejores para jugar. Desde aquí os decimos que dejéis de pensar de esa forma errónea, ya que no es así. El motivo es que una buena parte de las tarjetas profesionales traen mecanismos de refrigeración mucho más pobres que en situaciones en la que los juegos lo requieran, van a alcanzar velocidades de reloj más bajas y dar menos frames por segundo. Es decir, es pagar más por tener menos rendimiento.
Otras pistas de ello son los conectores PCI Express que utilizan normalmente de menor potencia. Pensad que no son chips distintos, sino los mismos, pero a menor velocidad de reloj y a veces incluso con un undervolt. Relacionado con ello también está la memoria, la cual puede funcionar con un ancho de banda menor, pero también emitir menos calor. En todo caso, y como conclusión, no son la mejor opción para juegos, en especial por el hecho de que aquello que justifica el precio adicional, el soporte técnico dedicado, desaparece cuando hablamos de un componente usado.
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